La vegetación



 A unos 30 kms. se desvía la carretera que conduce a Aracena y Portugal.

Tras un corto recorrido, la vegetación comienza a variar al unísono con el relieve del terreno que se hace cada vez más accidentado. Pronto aparecen en los campos las corpulentas encinas y algún alcornoque; en los montículos crecen abundantes las jaras, las retamas, el torvisco y el romero. No hay cultivos de cereales y sí los típicos pastizales para el ganado. Frecuentemente vemos cercadas las fincas con tapias de piedra. Bajo las encinas son frecuentes las piaras de cerdo ibérico. El ganado vacuno pasta desde el principio del otoño hasta el final de la primavera.

A medida que ganamos altitud, los alcornoques son más numerosos entre las encinas y en los arroyos aparecen las floridas adelfas.

Sorprende de pronto al viajero las, plantaciones de eucaliptos. La introducción masiva de esta especie "alóctona" originaria de Australia se justifica por su utilización como materia prima para la fábrica de celulosa próxima a Huelva. Sin entrar en la polémica suscitada entre ecologistas e industriales, se debe hacer constar la queja de algunos nativos que han visto desaparecer, con mucha pena, bosques de encinas centenarias para ser sustituidas por los intrusos eucaliptos, devastadores del rico sotobosque autóctono.

En los campos sin cultivar, en los arroyuelos, en los linderos de los caminos y carreteras aparecen de forma espontánea estas variedades vegetales que por sí mismas nos hablan del clima reinante: hiedra persa, zarzaparrilla, esparragueras, menta poleo, orégano, marrubio, helechos, zanamora, peonías, mirto, lentisco, cantueso, dedalera, quejigo, berro, olivilla, tojo, jaguarzo, cornicabra, zumaque, durillo, almoradux, torvisco, cola de caballo, madreselva, matagallo, escaramujo, rusco, ruda, salvia, ombligo de Venus, tagarnina, jaras, espino albar, madroño, coscoja, brezo, roble gallego, etc.